Andrea Casanova

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Andrea Casanova elabora su arte desde ciertos principios que va modificando lentamente, como si su búsqueda formal también estuviera supeditada a lo que ella quiere registrar en su obra; el paso de esta dimensión que no respeta estatus, etnia, ni nada: el tiempo.

Sin embargo el chronos no tiene valor por sí solo. Es el lastre de este, el que Casanova va poniendo en valor; la infinita variedad de tonos del óxido, el envejecimiento del papel, la abstracción de una parte de un producto de antaño, (en la cual el observante debe completar la parte faltante), la intromisión del remache: es en definitiva la estética de la ruina entregada en parte a los avatares del azar y de lo cronometrado pero también del tiempo ambiental, aquel poseedor de humedades, y presiones atmosféricas, de movimientos de tierra. Este es el universo caótico por el cual esta artista visual merodea, va creando y generando un nuevo orden y sobre todo, una nueva forma desde sus propias subjetividades.

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Casanova tiene por objeto generar una acción social y casi de denuncia: enfrentarse con una parte de un pasado que fue jubilado muchas veces solo por un acción de consumo injustificado; aun quedan fósiles que indican que no eres solo presente. El espectador de la obra en cuestión probablemente ya haya nacido y estos ya estuvieran en esta realidad desde mucho antes, no obstante fueron desutilizados y fue uno de los de su especie el que los dejó ir. Ahora estos vuelven convertidos en otra cosa. ¿Y le preguntan cómo está? ¿Qué ha sido de usted? ¿cómo se relaciona con estos nuevos objetos?,  que no son otra cosa que una prótesis de tu propio cuerpo que han sido creados para facilitarte la existencia, la pregunta en consecuencia es ¿realmente tiene usted una fácil existencia?

Ahora bien, la artista es observadora de su realidad, sin embargo ella vive en más de una realidad, y eso hace que su trabajo tenga sentido profundo. Sin duda los signos más evidentes en su obra están dados por los dispositivos de la urbanidad santiaguina, aquella que desaparece en los viejos barrios que ya eran ruinosos en su infancia,  pero también Casanova conoce la ruralidad por su pasado familiar; y estos pareciera que son especies de luces esperanzadoras que han sido convertidos en elementos mucho más figurativos, como lo es el pájaro, el árbol, el volcán, esa fuerza que regenera y que puede borrar de un plumazo todo lo que el ser humano ha levantado. Esta especie de contraste temático y de formas (lo abstracto sería lo personal, y lo figurativo lo compartido) está supeditado a una obra de circuito cerrado cuya coherencia es total al ser trabajada bajos principios de manualidad en donde la introducción de elementos en desuso, se ven fusionados bajo este nuevo orden estético que hacíamos mención en los párrafos anteriores.

Solo queda hacerse una pregunta; ¿Es la nostalgia un lenguaje por si mismo? O bien ¿es un sublenguaje que complementa la función significante de las emociones? Por lo menos podemos estar seguros que hay un sistema sígnico evidente, que es investigado por Casanova y que pareciera ser el ley motiv de su trabajo; ella ordena sintácticamente su paleta, a partir de lo que quiere expresar, introduce íconos (reconocibles por cualquiera) y los fusiona con símbolos (que son mucho más personales), sintetiza su lenguaje, su arte casi no contiene reiteraciones dentro de una misma obra, si encontramos reiteraciones que son propias de las series en las artes, pero estas como obra cerrada ( en un cuadro cualquiera) no existen. Por lo tanto podemos dar cuenta que hay una intencionalidad comunicativa evidente, cuya traducción no es generalizada sino que siempre será una experiencia subjetiva en donde podemos leer y releer, dicho sea de paso,  siempre habrá un goce estético que es sello de su calidad profesional.

Miguel Lagos Vargas (Periodista.)

Andrea Casanova
Santiago, Chile 12 septiembre 1981.

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