Constructal

 Los hilos del arte de Juana Gómez
En abril la artista expondrá en galería Isabel Croxatto su serie Constructal: bordados sobre telas impresas con fotografías de su cuerpo.

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Una imagen la obsesionaba: la forma de las raíces y los troncos. La artista visual Juana Gómez (36) llevaba 10 años lejos de la creación artística cuando se dio cuenta de que esa estructura -un tronco y sus ramas- está en toda la naturaleza y aún más, en todos los sistemas:  en nuestros órganos, en el tránsito, en los impulsos eléctricos de nuestro cerebro, en la propagación de bits de internet y el curso de los ríos. La serie Constructal, que mostrará desde el 6 al 24 de abril en la galería Isabel Croxatto, ilustra este patrón en los diversos sistemas de nuestro cuerpo, mediante bordados sobre telas impresas con fotos, generando una analogía con respecto a la construcción de las diversas tramas que sostienen la vida.

Formada en la Universidad Católica, Juana Gómez se había alejado del arte, pero encontró en la gráfica de los tatuajes, en la profundización en el hinduismo y budismo la inspiración que buscaba. Su amiga y artista Cecilia Avendaño y su pareja, el escritor Benjamín Labatut, la convencieron de retomar. Comenzó entonces a trabajar sobre dibujos de anatomía.  “Y hablando con Cecilia Avendaño en un restorán hindú le dije que haría un mapa del cuerpo humano sobre mí”, cuenta.

El patrón del flujo

Mientras empezaba a bordar los órganos del cuerpo y tomaba la decisión de fotografiarse desnuda, la artista aún se preguntaba por el sentido de esa estructura tan presente en la naturaleza. Entonces su marido le enseñó la charla del físico Adrian Bejan que ponía en palabras lo que ella intuía, dándole la certeza que todo estaba conectado en esta ley que él plantea llamada Constructal y que tiene que ver con los sistemas de flujo. “El flujo está marcado por un tronco y de él van derivando las cosas menores”, explica.

La artista comenzó a bordar aplicando sus estudios de anatomía y se dio cuenta de que estamos cruzados de rizomas. “Es tan predominante en nuestra estructura física, en la manera que pensamos, la forma que nos comportamos socialmente, la forma que nos movemos. Para mí una de las cosas más bonitas de trabajar con arte es la manera que vas uniendo ciertos hilos, vas encontrando respuestas que aunque no estés descubriendo nada nuevo, eres tú quien llega a ellas”.

Aunque sentía pudor de trabajar con su cuerpo, pensó que era lo que debía hacer: “Finalmente la experiencia de la vida y la relación del tiempo uno la experimente desde el propio cuerpo, desde ti mismo, seas como seas. Yo no quería trabajar con un concepto estético de modelo, la belleza es muy atractiva y no quería entrar desde ahí. Soy una persona absolutamente normal, es trabajar sobre algo neutro”, dice.

Ahora ya siente más libertad de  inventar procesos. “Sé que no trabajo sobre una idea muy original; la diferencia es que yo trabajo sobre mí, es muy propio y fue una transformación potentísima porque me ayudó a conectarme con otras cosas, porque es verme a mí misma de manera transparente”.

Este proceso de asomarse a su propio cuerpo, dice, la ha vuelto  muy conciente de la muerte y de la fragilidad de la vida. También la ha conectado con su origen: “Mi abuela y mi madre bordan, y la placenta tiene la misma raíz, el árbol genealógico igual. Me toca lo hereditario, y siempre he querido incluir la cosmovisión mapuche con el vínculo con los sueños, la relación de no tiempo, sin esa historia lineal”, agrega la artista.