«El Grito del Silencio» por la lucha de la violencia de género

La artista mexicana Karina Muench  estuvo en Chile el año pasado con su exposición  «El grito del silencio»  en el Centro Cultural Estación Mapocho.  La muestra es un ensayo fotográfico que habla sobre la violencia de género, donde busca reflexionar sobre la problemática de maltrato y violación de los derechos de niñas, adolescentes y mujeres de Bolivia

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Fue muy fuerte asistir a su muestra, me quedé mucho tiempo leyendo cada   historia y  junto con esto observando el sentimiento de dolor y  silencio que reflejaban  cada una de las mujeres retratadas. Me conmovieron mucho las imágenes del vestuario de las niñas las que reflejan de forma indirecta la ausencia de ese cuerpo por culpa de la violencia. Las frases de lucha y esperanza escritas por ellas mismas sobre lienzos enmarcados y las historias contadas por sus familiares eran muy fuerte, y quise registrarlas para que puedan leerlas.

Todo sobre la exposición y su trabajo

Con una propuesta conceptual y un contenido que busca generar reflexión más allá de lo puramente documental, Karina Muench recoge las historias de diversas mujeres en Bolivia, revelando su rostro al público como forma de protesta y denuncia contra la violencia de la cual han sido víctimas. El objetivo de esta muestra es usar el retrato fotográfico como medio de protesta, denuncia y testimonio. La serie fotográfica de gran formato que incluye la muestra se complementa con una instalación de 23 lienzos de tela escritos de puño y letra con carbón por las propias mujeres en colaboración con la artista y el apoyo de psicólogas especializadas en el tema.

“Los medios naturalizan la violencia de género, el arte genera mayor reflexión, denuncia y testimonio” dice Karina Muench

Con el cabello suelto sobre los hombros, rizado o lacio; recogido en dos trenzas; corto; con la melena cubriendo el rostro… De diferentes formas, la fotógrafa Karina Muench muestra a 19 mujeres que han sufrido la misma experiencia: la violencia de los hombres sobre sus cuerpos, por el hecho de ser del sexo femenino.

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Como logro el trabajo

Entre todas las temáticas posibles sobre las que llamar la atención, ella eligió la violencia contra la mujer. Y empezó a trabajar en el proyecto de la muestra.

Para llevarlo a cabo, se puso en contacto con el Cidem (Centro de Información y Desarrollo de la Mujer), “porque (hacerlo) sola hubiera sido muy difícil”. Presentó su propuesta a la institución y, al cabo de dos meses, recibió una respuesta positiva. Le cedieron un espacio en El Alto, donde habilitó su estudio fotográfico y, tres veces por semana, acudía a esa ciudad para participar de los talleres organizados por el centro con mujeres alteñas. El Centro también la puso en contacto con dos personas de La Paz.

“Tenía que conocerlas, mostrarles mi trabajo, que me vieran en los eventos del Cidem”, explica Karina, que reconoce que el proyecto ha sido difícil. “Poco a poco me fui ganando su confianza”.

Ya en el estudio, la idea era retratarlas del modo más natural posible. Y, para ello, prescindió de las prendas de vestir. “El tema del cuerpo tiene un papel muy importante porque el cuerpo es lastimado. Quería mostrarlas no desnudas, pero sí que se viera un poco de su piel, porque eso le da cierta fragilidad a su personalidad”. La artista las presenta no como números de una estadística sobre el maltrato, sino como personas, de ahí la sobriedad de las imágenes. Algunas muestran sólo el rostro; en otras, tomadas hasta la altura del pecho o de la cadera, las protagonistas cubren una parte de su cuerpo con una simple tela blanca o de color crudo, similar al tono de su piel.

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Lograr que una persona cuente su dura historia a una desconocida, y que se deje retratar mostrando parte de su cuerpo, sujeto del maltrato, no se logra en cuestión de horas ni de días. “Ha sido difícil en el sentido de que he necesitado mucho tiempo para lograr la confianza de ellas”, reconoce la artista, quien necesitó armarse de paciencia porque, ocasionalmente, las mujeres faltaban a las sesiones por problemas en casa (a veces, la persecución del marido).

“Para mí ha sido el primer proyecto en el que me he involucrado tan íntimamente y que me ha llegado a afectar”, reconoce Karina.

La complicidad y la confianza que las “modelos” depositaron en la fotógrafa han hecho posible la muestra. Esos rostros son de personas que “han tenido el valor de posar frente a una cámara, de mostrar su rostro y decir: ‘¡Basta!

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Fuente: La razon