«Gratitud» La Mujer y su Mundo

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Marzo y la vuelta a la vida traen a la mente muchas ideas, muchas ganas de hacer cambios, mucho entusiasmo o mucho aburrimiento por la vida que tenemos.

IMG_1281La gratitud es imposible sin un algo que nos parezca feliz. Y la felicidad, se ha descubierto, es un bien común, ya que el estado subjetivo de los miembros de un grupo -desde una empresa a un país- son fundamentales en la consecución de metas, por ende, en la posibilidad del desarrollo.

La gratitud es una condición muy importante para los lazos sociales y para los recursos personales que nos ayudan a enfrentar problemas. Y tiene un gran enemigo: quedarse pegado en las expectativas negativas. Si ponemos un dique en un arroyo o en un río, el agua deja de fluir, se estanca, toma mal olor, se pone fea y, sobre todo, ya no cambia. Es la misma, cada vez más podrida, inútil, estéril. Cuando usamos la gratitud como método, lo que logramos  es hacer posible, fluido, el cambio. No nos quedamos pegados. La vida es diversa, pasan muchas cosas, entretenidas, latosas, novedosas, dolorosas, y si nos estancamos, se pone como el agua del arroyo, repetitiva y maloliente, podrida. Nada merece dar las gracias.

Para desarrollar la gratitud necesitamos primero que nada saltar de la autocompasión a un estado quieto, que deja pasar el tiempo sin apuro, que deja fluir las ideas y permite cualquier ocurrencia, sin censura. Ese desorden es pura agua viva. Se está abriendo el arroyo, se está yendo el mal olor. Hay que darles ese tiempo sin prisa a las ideas locas que andan en la cabeza. Y en ese mismo acto de libertad, de permiso, habrá un cambio de melodía. Y después otro y luego muchos más. El resultado es irrelevante, es el proceso el que importa. Porque la confianza y no el miedo está en la base de la gratitud.

Por Paula Serrano
Fuente: Emol