Isabel Plá: “El machismo es transversal, está en la izquierda y en la derecha”

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La militante UDI se define como una feminista de derecha. Al mismo tiempo le preocupa que a su sector político le cueste comprender la importancia de reconocer explícitamente la total igualdad de hombres y mujeres.

En Cumpeo, el único pueblo real que aparece en las viñetas de Condorito, la ministra Isabel Plá (53) se reunió con mujeres del Maule. Ahí, a 50 kilómetros de Talca, conoció la experiencia de las ‘verdaderas’ Yayitas y doñas Treme que además de realizar esforzadas labores agrícolas impulsan con entusiasmo La Ruta de Condorito, iniciativa que tematizó las fachadas de los negocios de la localidad como los de la historieta con el objetivo de atraer turistas tras el terremoto de 2010. Ahí están el restaurante “El Pollo Farsante”, la “Farmacia sin Remedio”, el gimnasio “Pepe Cortisona”, la residencial “Coné”, la discoteca “Manikomio”, la pescadería “La Pescá” y el bar “El Tufo”. “Este es el Chile real, el Chile de verdad”, dice Plá ya en su auto camino a Curicó hacia otra actividad.

“Tenemos que recorrer el país, salir a regiones, conversar con la gente, ir a actividades en terreno, poner los pies en la tierra y escuchar con humildad. Hay muchas discriminaciones e injusticias que todavía están escondidas y una las va descubriendo cuando conversa con la gente, sobre todo con mujeres”, agrega la militante UDI, quien aprovecha la oportunidad para estrenar un nuevo concepto: el feminismo de derecha. No sabemos si el término es coherente o posible, pero la ministra comprueba que esas personas ya existen. Imprevisible y directa, así es Isabel Plop!, perdón, Plá.

¿Cómo va la equidad de género por su casa?

Me casé con un hombre (Felipe Olivares, abogado, 63 años) que aunque creció en una familia tradicional ha aprendido a compartir tareas conmigo en equipo, casi cincuenta y cincuenta por ciento, aunque él encuentra que nunca le voy a dejar el auto perfecto de limpio como él quiere. Casi nunca voy al supermercado. Tampoco cocino, porque él lo hace muy bien. Sinceramente, quien se encarga de la casa es mi marido.

¿Cómo sintió el machismo y el sexismo cuando niña?

Crecí en una familia bien tradicional pero con cosas no tradicionales. En mi familia las mujeres han sido las que han llevado las riendas económicas. Mis dos abuelas trabajaban a la par con sus maridos. Una fue dueña de una lechera y una avícola en Quillota que se casó con un inmigrante catalán, de Lérida. Incluso se hacía cargo de mayores responsabilidades que mi abuelo. Lo mismo mi abuela materna, Isabel Jarufe, inmigrante palestina de Beit Jala. Las mujeres de mi familia no hemos estado limitadas a la casa cuidando a los hijos. Me rebelaba a que mi hermano no estuviera obligado a hacer su cama y yo sí. Estoy también orgullosa de la educación que tuve en el colegio de mujeres Inmaculada Concepción, en Concepción. El lema del colegio marcó a mi generación: “Adelante con valor”.

¿Experimentó el machismo en la política?

Es bien parecido a lo que pasa en el resto de la sociedad. Los partidos políticos tienen más mujeres militantes que hombres en las bases, pero a medida que van subiendo las responsabilidades hay menos mujeres. El lenguaje del poder es o era muy masculino en nuestra estructura mental. El 20% de los chilenos cree aún que los hombres son mejores políticos o líderes que las mujeres. A ese sector del país lo invito a mirar las cosas desde otra perspectiva. A mí me ha costado estar en espacios de alta responsabilidad tradicionalmente ocupados por hombres, pero nunca bajé los brazos. El machismo es transversal, está en la izquierda y en la derecha. El sentimiento que tenemos las mujeres, que en el último tiempo se traduce en encabritamiento y rabia, también es transversal. Tal vez hay un sector más bien generacional de mujeres que ve con miedo y desconfianza los cambios que van siendo cada vez más acelerados. Los hombres y las mujeres tenemos igual dignidad. Parece algo evidente, pero en la práctica no sucede.

¿Cuál es la relevancia del actual movimiento feminista? ¿Visibilizar la desigualdad entre hombres y mujeres?

Los movimientos sociales ponen sobre la mesa problemas que se vienen arrastrando de hace mucho tiempo. Ellas dicen: ahora vivimos en un Chile moderno y esto no se tolera más. Eso tiene una enorme importancia. Me ha llamado la atención que muchos hombres han sido receptivos del movimiento. Lo que pasa es que casi todas las mujeres hemos sido alguna vez víctimas de discriminación, exclusión o humillación. Este movimiento ha permitido que muchas de nosotras hagamos memoria y recordemos los momentos y hechos que nos lesionaron más, y nos ha hecho pensar por qué en ese momento no reaccionamos, no reclamamos y nos quedamos calladas.

¿Qué le parecen las manifestantes a pecho descubierto que intentan descosificar el cuerpo femenino?

Todos los movimientos sociales son provocadores. Lo que me parece un error es quedarse en esa imagen potente, poderosa, controversial, sin duda alguna, y no ver lo que hay detrás, lo que representa, no ir al fondo. Es una forma de visibilizarse.

Uno de los cambios culturales es que las mujeres perdieron el miedo a denunciar a su abusador.

Estamos viviendo un momento histórico y el corazón de este movimiento es el derribar la muralla del silencio que hemos sufrido las mujeres casi toda la vida. No siempre hubo conciencia de que el acoso fuera inapropiado, incluso se percibía que era algo que había que soportar.

Pero la UDI no es un partido muy feminista que digamos.

La UDI ha abierto las puertas a sus militantes y tiene una conexión con las organizaciones sociales. Tal vez eso se ha perdido en el último tiempo, pero estoy segura de que se va a recuperar. Si hay un mundo donde lideramos las mujeres es en las organizaciones sociales. Ahora es más difícil ser candidata a diputada y senadora que ser militante, pero no más difícil que en el resto de los partidos políticos. Eso sí, a la centroderecha le ha costado comprender en profundidad lo importante que es reconocer explícitamente la total igualdad de hombres y mujeres.

¿Sería el momento de un mea culpa o una autocrítica?

Hay mucha inquietud en esa materia. En un próximo encuentro entre hombres y mujeres de la UDI probablemente me encantaría que lo hiciéramos. Es un tema que nos ha preocupado, quizá no con la profundidad que a mí me gustaría.

Ahora que el feminismo ‘la lleva’, ¿se considera feminista?

Si por feminismo entendemos tener la total convicción de que hombres y mujeres tenemos iguales derechos y dignidad, sí, me defino feminista.

En estos días de feminismo y cambios culturales ¿usted se abriría a aceptar el matrimonio igualitario y la legalización del aborto?

Yo estoy hoy dándote esta entrevista en mi calidad de ministra y nunca voy a abandonar esa posición. Tenemos un programa de gobierno, una hoja de ruta y posiciones muy claras en muchos temas, y entonces, en esa y en otras materias no puedo abandonar ese rol.

Tras su nombramiento hubo muchas críticas por sus opiniones anteriores contra la legalización del aborto.

Las esperaba. Sabía que tener opinión tenía un costo y lo iba a pagar. Me llamó la atención la agresividad de cierto mundo, pequeño y muy influyente, que pretende arrogarse una mirada única y castigar a quien tiene una distinta. En política nos vamos entrenando para aceptar las críticas y que no nos afecten en lo personal. Sabemos que es un hecho de la causa.

Ahora en el cargo ha tenido que moderar sus opiniones personales.

Todos los ministros… tenemos un rol y sabemos que lo que decimos y hacemos representa el pensamiento del Gobierno y no nuestra opinión personal.

El Gobierno tuvo una reacción rápida frente al movimiento feminista. ¿Las medidas pro equidad de la mujer demuestran que aprendieron la lección del 2011 estudiantil?

Nuestro sector político tiene hoy un patrimonio, siempre es un patrimonio haber gobernado. Hubo mucho aprendizaje en nuestro primer gobierno.

¿A qué mujeres admira?

A las mujeres de mi familia, que son muy potentes. Admiro profundamente a mi única hermana, la Monse. Es mamá de una niña de 13 años -mi única sobrina-, vivió 18 años en Canadá, donde tenía un trabajo el descueve, dejó todo por amor y hoy es una gran profesora de yoga en Chile. Siempre está estudiando y viviendo ciclos de renovación con todas las dificultades que eso conlleva, porque es mucho más fácil quedarte en tu zona de confort. Es una mujer que ha hecho cambios importantes en su vida, capaz de reinventarse y reinventarse de nuevo. Yo soy un poco más frenada para hacer cambios radicales en mi vida. Ella es corajuda y vive la vida con intensidad. La miro y pienso por qué a mí me cuesta más hacer cambios. Es una hermana muy partner y solidaria. Me gustaría tener más tiempo para estar con ella.

Ha hablado de su abuela y su hermana, no de su madre.

Mi madre maravillosa, Joan Jarufe, falleció hace dos años. Dejó el colegio para trabajar a los 13 años en el negocio familiar, como muchas hijas de familias de comerciantes árabes. Siguió estudiando un par de años más por correo. A ella le parecía injusto que las mujeres dejaran el colegio a medias para irse a trabajar y siempre nos alentaba a estudiar, a dar la pelea hasta el final. Ella trataba de avanzar como podía en la vida, pero era tradicional como la mayoría de las mujeres de origen árabe. La echo mucho de menos. Me hubiera gustado que me hubiera visto como ministra y darle ese orgullo.

EN POCAS PALABRAS

¿Cómo te defines? Como una persona compulsiva con el diseño.

¿Cuál es tu sello? El minimalismo.

¿Cuál es tu inspiración? El entorno.

¿Referentes? Del Pozo. Es mi eterno gran inspirador.

¿Máxima de vida? Apuntar a la austeridad, en el sentido de que con cosas simples y sencillas se puede vivir tranquilo.

Fuente: Revista Paula