La danza de los sombreros de Belinda Briones

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Belinda Briones se fue a vivir a Europa para convertirse en bailarina de ballet profesional y terminó con un estudio de sombreros y tocados en su propia casa en Londres. Después de lanzar su tercera colección en menos de dos años, ya ha sido destacada en revistas londinenses y una tienda de ropa. Acá cuenta cómo fue crear de la nada a «Bells and Whistles Millinery».

El evento que realizó Belinda Briones -33 años, casada y residente en Londres- el 12 de marzo para el lanzamiento de su línea de sombreros «The Flora Collection», fue más de lo que esperaba. La habitación blanca, adornada con flores y tarjetas rosas, fue el lugar donde un grupo de bailarinas -todas amigas de Belinda- modelaron la colección al ritmo del soundtrack de la película «Sabrina». Los aplausos y las felicitaciones hacia su creadora llegaron enseguida, la línea que tiene sombreros y tocados inspirados en la porcelana fue un éxito. Ese mismo día la contactó la revista Absolutely para poner sus creaciones en el racing season de la temporada ecuestre, la más importante para los sombreros. Además, la revista italiana Grazia le pidió su lookbook y está en conversaciones para colaborar con la marca de ropa Hoss Intropia. La idea de hacer un estudio de venta y arriendo de sombreros que nació en 2009, pocos años después de que dejara su carrera como bailarina, al fin estaba dando frutos.

Belinda Briones vive desde hace 12 años en Europa y de esos, los últimos diez en Londres. El año pasado se casó, se cambió de casa y además inició un proyecto que tenía desde hace un tiempo revoloteando en su cabeza: diseñar y confeccionar.

Pero antes de eso, fueron tres sucesos los que le dieron la inspiración. Primero, cuando la invitaron al Royal Ascot, una de las carreras de caballos más glamorosas donde los personajes de la alta sociedad muestran los sombreros que marcarán tendencia. Con ese evento en su agenda y sin nada con que adornar su cabeza, se puso a vitrinear. Notó que en Londres, todos los modelos que vendían eran muy costosos -más de 500 libras- o baratos y de mala calidad. De inmediato se dio cuenta que ahí había un «gap in the market», es decir, una oportunidad en el mercado.

-Me costó encontrar algo que no fuera una tienda de departamento, que son precios más razonables, pero que generalmente ofrecen cosas para un público más maduro. Las cosas que me gustaban eran carísimas. Me sentí frustrada porque no había algo entre medio y pensé que algún día me gustaría incursionar en esto. A mí me encantaban los sombreros desde que hacía ballet -recuerda.

El segundo momento que sin querer la llevó a la ruta de la sombrerería, fue cuando estaba realizando su primer curso en Central Saint Martins, una de las mejores universidades de Arte, y su profesor, el diseñador Ian Bennett, le mencionó algo que la ayudaría a notar su talento. «Me dijo: ‘Todos los años cuando hago este curso siempre hay una persona que sobresale, y este año de todas maneras fuiste tú», recuerda. El tercer y final empujón fue cuando renunció al trabajo que tenía como recaudadora en Place2Be, una fundación de beneficencia para niños con bajos recursos.

Antes de «Flora Collection», Belinda realizó dos colecciones, la primera fue más bien una prueba que no tuvo lanzamiento ni presencia en la prensa, y se realizó mucho después de la tradicional temporada de sombreros. Aún así, vendió todos sus modelos y el rumor de su nuevo emprendimiento se fue dando de boca en boca. La segunda colección la lanzó a mitad de ese mismo año, y fue más bien una continuación que la ayudó a crear su sitio web.

– Lo difícil fue comenzar a destacarse, cuando uno está recién partiendo. Pero luego tu clientela va desarrollándose más rápido. Inglaterra es la meca de los sombreros y la gente siempre anda buscando propuestas nuevas y distintas. La gran mayoría no quiere llevar el mismo sombrero que la persona de al lado -explica.

Desde que tenía cinco años, Belinda se dedicó al ballet. Comenzó como una simple actividad extraprogramática que hacía algunas tardes después del colegio, pero al pasar los años, se convirtió en algo más. El paso más decisivo fue cuando entró al Teatro Municipal. Desde ese momento, su vida dio un cambio en 360°.

– Cuando estaba ahí entrenaba todos los días, incluso trabajaba en los veranos, nos quedábamos en Santiago mientras todo el mundo estaba de vacaciones, era cansador. Para decidir que quieres ser bailarina profesionalmente tienes que amar esta profesión, si no amas lo que haces, no te va a resultar, porque es tanto lo que uno tiene que dar de sí misma que en algún minuto vas a tirar la esponja. Estar en el Municipal era un estilo de vida -recuerda.

Aunque los continuos ensayos eran agotadores, Belinda sabía que había encontrado su pasión, no le importaban los exigentes horarios, cuidarse en lo que comía y sacrificar su vida social. Su sueño era dedicarse a esto profesionalmente, tanto, que decidió dar un paso a las ligas mayores, en enero de 2002, cuando tenía 21 años, se fue a Europa a buscar una escuela de danza. Su padre, Felipe Briones, empresario de salmoneras, solo le dijo bromeando: «Nos vemos dentro de un mes».

La audición fue en Austria. Estaba nerviosa, era la primera vez que dejaba a su familia y la primera vez que estaba frente al director de ballet de la Ópera de Viena. La idea era entrar ahí para completar sus estudios en danza y después postular a alguna compañía. Belinda quedó de inmediato, ni siquiera tuvo que probar en las otras tres escuelas que tenía marcadas en su ruta. Estuvo en clases desde enero hasta julio, después en las vacaciones viajó a Italia y se inscribió en una escuela de verano, esa decisión cambiaría para siempre su vida. En uno de sus ensayos se lesionó la rodilla y tuvo que viajar urgentemente a Chile para poder costearse la operación.

La recuperación duró un año, Belinda ya se estaba preparando para ir a las audiciones de las compañías a las que tanto quería entrar, cuando tuvo una segunda lesión mucho más complicada, esta vez en la columna. «La verdad es que fue fuerte, pero como bailarina siempre hay un riesgo de que esto te pueda pasar. Yo creo que la decisión más dura fue dejar el ballet, pero por otro lado me vine a vivir a Londres, que es una ciudad fascinante», explica.

Después de una decisión drástica, Belinda postuló a un máster de Administración Artística y Políticas Culturales en Inglaterra. No le costó mucho tiempo acomodarse, muchas de sus amigas inglesas y bailarinas estaban ahí. «Mi meta en ese minuto era entrar a trabajar en el Royal Opera House, lo que hice una vez terminados mis estudios», acota. Su labor en el teatro de espectáculos londinense fue parecida a la que tendría después en la fundación Place2Be: recaudar fondos. En este último trabajo estuvo cinco años y fue en ese momento donde se convenció de estudiar part time la carrera de Millinery -como se llama la profesión de diseño y confección de sombreros- en la escuela Central Saint Martins. Dos años después -en 2009- decidió dejar su trabajo y lanzó «Bells and Whistles Millinery».

El éxito y el diseño están en el ADN de la familia Briones. La hermana de Belinda, Victoria, es joyera y dueña de una tienda de tocados de novia en Chile; su prima Bárbara hace zapatos confeccionados a mano; y su madre, Alicia, fue una de las dueñas y diseñadoras de los traje de baño Mare. «Ellas tuvieron mucho éxito, lo que también ha sido una fuente de inspiración para dedicarme a lo que hago hoy, porque cuando tienes esos casos tan cercanos a ti, te inspiran a lanzarte», explica.

Belinda nació en Venezuela y vivió ahí hasta los seis meses, cuando se vino a Chile. En su familia es la mayor de cuatro hermanos: tres mujeres y un hombre. «La relación con mis padres siempre ha sido buena, como típica hermana mayor yo era bastante responsable y no una niña rebelde», dice.

Ahora Belinda recuerda cómo fue empezar sin más que una idea en la cabeza. Los primeros sombreros que diseñó e hizo mientras estudiaba y trabajaba, los pagaba con su propio sueldo. Los moldes de madera para sus creaciones costaban 200 libras, por eso no se podía dar el lujo de comprar 20, como lo hacen los millinerys reconocidos. Empezó con unos pocos y al cabo del tiempo fue sumando más.

-Siempre es difícil empezar si no conoces a mucha gente, pero por otro lado yo ya llevo viviendo en Inglaterra más de una década, he hecho muchos contactos y amigos en mis trabajos anteriores, tenía a todas mis amigas del mundo del ballet que me ayudaron en el lanzamiento. Quizás si yo hubiese hecho esto al principio, cuando recién llegué, se me habría hecho más complejo -reconoce.
Estos dos últimos años, la rutina de Belinda ha sido similar. Desde septiembre a principios de diciembre crea su nueva colección y al terminarla inicia la sesión de fotos. Después, en enero, viaja a Chile para visitar a su familia y también para hablar de negocios con su hermana Josefina, quien tiene su propia empresa de diseño gráfico. Ella es la encargada de actualizar su página web y el brochure de la nueva temporada. De vuelta en Londres se concentra en el hat season (temporada de sombreros), que parte en abril y dura seis meses, ahí se preocupa de lanzar su colección, difundirla y venderla. Dentro de esta fecha, especialmente en junio, es donde ocurre el evento más importante, Ascot.

Los precios medianos son vitales para el negocio de Belinda, generalmente los sombreros y tocados los vende entre 100 y 350 libras. Los que arrienda cuestan 40. Para esta colección espera hacer 50 sombreros, y aunque es un número bajo prefiere no arriesgarse a producir más, por si acaso no le da el tiempo.

La inspiración para crear una nueva colección sale de cualquier parte, puede ser de un objeto que le llama la atención, de la moda de alta costura o de un viaje. Como sucedió con la temporada 2015, que todavía ni siquiera se está haciendo, pero que ya se está armando poco a poco en su cabeza. La idea surgió cuando viajó con su familia a Sudáfrica y quedó impactada por la belleza del lugar. «Lo que más me sorprendió fue la naturaleza. Los leopardos que son hermosos, la cantidad de pájaros que había y los colores me marcaron. Ese va a ser mi punto de partida para la próxima colección. Va a tener muchas más plumas y se va a llamar «África Collection». No está lista porque acabo de lanzar esta colección, pero ya está en mi cabeza, ya sé lo que voy a hacer», explica.

«Lo difícil fue destacarse, Inglaterra es la meca de los sombreros y la gente siempre anda buscando propuestas nuevas».

«Yo creo que la decisión más dura fue dejar el ballet. Pero por otro lado, me vine a vivir a Londres, que es una ciudad fascinante».

Todos los trabajos de esta bailarina diseñadora en: http://www.bawmillinery.com/


Por Cristina Durán
Fuente: Revista Ya