La Nube y Médium

Investigativo y consistente, Mario Navarro (1970) es reconocido por examinar críticamente imaginarios culturales, sociales y políticos, llevándolos a escena a través de múltiples formatos y géneros (objetos, videos, fotografías, sonido, texto, gráfica, etc). Sus obras son interpretaciones de los modelos cognitivos que subyacen a nuestros modos de pensar y relacionarnos. En esta oportunidad, Navarro se cuestiona sobre el cruce de lógicas aparentemente irreconciliables, que sin embargo  conviven en la modernidad. Ejemplo de ello es la práctica del espiritismo ejercida en el siglo pasado por la élite republicana chilena.

La exhibición La nube y el Médium consiste en un conjunto de piezas audiovisuales, gráficas y objetuales conectadas por la noción de “flujo”, que permite cruzar desde lo racional hacia lo espiritual.  En una sala principal se presenta el modelo a escala de un edificio ícono de la modernidad chilena cuyo diseño está basado en el flujo de la luz y la circulación del público. En la otra, se proyectan dos escenas en video, ficcionadas por el artista,  en las que se ve a un médium en trance, de cuya boca y nariz emana un flujo incierto.

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Una maqueta a escala del edificio Copelec de Chillán, construido en 1962 y diseñado por Juan Borchers, se impone como pieza única en la sala principal. Realizada en materiales precarios, como cholguán, traslada esta imagen desde su ubicación original hacia el espacio de la Galería Gabriela Mistral, viajando no sólo geográficamente, sino también en el tiempo, para situarnos ante la mirada utópica y experimental de un arquitecto ícono de la modernidad chilena.

De extraordinario impacto y belleza, este edificio inspirado en la escuela de Le Corbusier (hoy declarado Monumento Histórico) tiene un tratamiento muy experimental de iluminación interior. Está esculpido con formas y perforaciones que permiten que la luz ingrese y fluya según un guión predeterminado. Si bien obedece a los mandatos de geometrismo y simplicidad propios de la arquitectura moderna,  la obra agrega un elemento de experiencia emocional que la convierte en un espécimen único y extravagante.

En la sala contigua se exhiben dos vídeos, ambos con la temática del espiritismo. En el primero vemos a un hombre anciano (un médium) que se comunica espiritualmente con un caballo y en el momento del trance le traspasa una sustancia llamada Ectoplasma, que sale de su boca. En el segundo video, vemos al médium en una biblioteca buscando un libro sobre caballos y cuando lo encuentra vuelve a experimentar el trance y la emanación del mismo flujo. Este fenómeno es ficcionado por el artista, pero su referencia proviene de lecturas de sesiones de espiritismo o trance documentadas en libros franceses del siglo XIX que el artista consultó.

“Me interesa juntar el fenómeno arquitectónico, guiado por una lógica racional, con el fenómeno esotérico y conectarlos a través de esta noción de flujo”, explica el artista. Esta exposición rompe en cierta forma con muchos de sus proyectos basados en la historia política de Chile, pero se conecta profundamente con su interés por confrontar modelos de pensamiento y con trabajos que exploran elementos pseudocienfícos, como El Pabellón del Árbol Magnético, que mostró en 2009, en la Trienal de Chile.

“Aparentemente el edificio y los videos no tienen nada que ver, y yo establezco una relación puramente visual, que se evidencia en este flujo que emana el médium. Por supuesto uno puede también ensayar conexiones históricas y de hecho estudié el tema del espiritismo en Chile, que practicaba la misma élite que estaba involucrada en la construcción de un estado republicano. Pero para mí lo interesante es mantenerlo en el plano de un pensamiento visual que pueda atravesar lógicas antagónicas”, concluye.