Lakmé

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El exotismo de las culturas orientales fue el foco creativo de varios artistas europeos –especialmente de los franceses– a fines del siglo XIX. A través de sus pinturas, novelas y partituras imaginaron atmósferas, tradiciones, personas y aconteceres de lugares como Tahiti, Egipto, China, Japón e India. Ésta última, en plena época de la colonización británica, es el escenario de Lakmé (1883), de Léo Delibes.

Su título alude al personaje central, una bella sacerdotisa del dios Brahma, quien trasgrede las estrictas normas y ritos de su religión al relacionarse sentimentalmente con Gérald, un oficial inglés. El devenir de los acontecimientos conduce la acción al suicidio de la muchacha, hecho que conlleva la salvación del perseguido enamorado.