Las cosas que nunca tuve

Durante todo este año GAM ha celebrado los 70 años del Premio Nobel a Gabriela Mistral con una programación centrada en las ópticas femeninas en el arte. Una de las obras emblemáticas de esa selección es Las cosas que nunca tuve, un concierto teatral basado en sus poemas y cartas que se estrenó con éxito en junio y que ahora vuelve por solo dos funciones.

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En un hotel hay seis mujeres que sufren de insomnio y se ponen a cantar los versos de Gabriela Mistral. Las moviliza la fuerza de sus palabras, la inspiración de la creatividad a través de las emociones, y el poder de la música para sacar a la luz lo más innominado y recóndito.

La obra se basa en sentimientos y no pretende entregar una narración cronológica, sino buscar el motor que llevó a Gabriela Mistral a crear. Una mujer en su lado más fuerte, más romántico y más solitario. “Nos ha interesado mucho su femineidad. Humanizarla”, señala Gabriela Aguilera, a cargo de la dramaturgia. “Por eso la idea de que nadie la encarne, nadie está ‘disfrazado’ de ella. La imagen que tenemos los chilenos es muy icónica, muy estricta y cuando uno va adentrándose en su poesía se encuentra con una mujer muy distinta, mucho más cercana. Tiene un mundo sensible y unos tormentos muy femeninos que no son nada de épicos y políticamente correctos. Ha sido vista en el marco de mucha admiración y queremos rescatarla como persona, no como esta figura. Una mujer admirable para la época, totalmente anacrónica, extraña desde dónde viene hasta dónde llega”.

“Amo las cosas que nunca tuve con las otras que ya no tengo”: ese el verso completo, del poema “Cosas”, que da título a este concierto teatral, realizado desde la investigación de una mujer sensible de los años cuarenta, oriunda de Vicuña y autora de cientos de poemas. En la mente y las manos de la cantante, actriz y directora, Elvira López, está la responsabilidad de la puesta en escena: “Trabajamos con dos tipos de textos: poemas y cartas que ella decidió mostrar, y su vida privada, publicada después de su muerte y que no autorizó a publicar. Dos espacios, enfrentándolos y enfrentando su supuesta figura a su intimidad”.

La directora señala que otra inspiración para la obra son las fuentes bibliográficas que les han permitido estudiar sobre la poeta y humanizarla: “No buscamos dar una interpretación a su obra misma. Sí al musicalizar sus versos, pero no en el sentido de su labor pedagógica y política. Fue una mujer precursora, anárquica total y fascinante, que dan ganas de homenajear”.

Aguilera, en tanto, sostiene que “es un montaje súper posmoderno al no ordenar literalmente. Nos hemos dado la libertad de jugar componiendo con el espacio, el texto y la música, que el teatro convencional no necesariamente permite. En ese sentido es un contexto muy creativo, donde prima el concierto por sobre el teatro”.

Tanto la directora como la dramaturgista aseguran que ser miembros del grupo Pink Milk les ha permitido mantener base común. La mayor parte del elenco trabajó antes en la obra Los ojos rotos (María Izquierdo, Catalina Saavedra, Ángela Acuña, Paulina Pickúa, Gabriela Aguilera y Elvira López), donde indagaron en la mezcla entre teatro y música. “Ahí aprendimos a acceder a un lenguaje todas juntas. Es un desafío muy particular. La poesía y Gabriela Mistral es lo que más nos ha inquietado en el proceso”, dice Aguilera.

Para López las cosas a las que se refiere el poema de Mistral “son muy importantes en su materialidad”, permiten manifestar las emociones. Por esto, el vestuario rescata elementos de época, pero actualizados para dar fuerza a cada intérprete, manteniendo la idea de que cada una de ellas es una Gabriela.

Dirección Elvira López Alfonso
Dramaturgismo Gabriela Aguilera
Elenco Ángela Acuña, Gabriela Aguilera, María Izquierdo, Elvira López, Paulina (Pickua) Martínez, Catalina Saavedra
Música Elvira López y Elenco
Diseño Integral Valentina San Juan
Productora Soledad Evans
Crédito galería de fotos Jorge Sánchez