Pictogramas

Exposición Pictogramas de Gerardo Pulido artista chileno que cuenta con casi dos décadas de trayectoria, presentará alrededor de ocho series de obras que ha elaborado en los últimos cuatro años. Van del pequeño al gran formato, desde lo plano a lo volumétrico, desde la impresión digital hasta la pintura gestual, desde “estudios” a intervenciones murales.

Su trabajo ocupará las salas 1 y 2 del MAVI, entre el 18 de noviembre de 2017 y el 14 de enero de 2018. Al finalizar el periodo de exposición, el miércoles 10 de enero a las 19:30 horas, lanzará “Composiciones bajo tierra”, su primer libro de ensayos editado por Metales Pesados que aborda la relación entre arte moderno, contemporáneo y precolombino.

La muestra incluye la colaboración de Rodrigo Canala (1972), artista que ha creado especialmente obras-protecciones para los volúmenes de Pictogramasque se ubican en la sala 2.

Una de las series se titula Pictogramas, nombre que da título a la muestra. Del latín picto (pintado) y del griego grama (trazado, escrito). Hoy relacionamos los pictogramas con signos urbanos comprendidos masivamente, pero un pictograma es una marca visual que está entre las más antiguas, siendo embrionaria de la escritura. En cualquier caso, la presente exposición hace difícil una traducción verbal, en estricto rigor, se resiste a ser explicada.

Lo pictográfico en el MAVI estará muy presente a través de la pintura, la cual marca cada trabajo y, por ende, ata todo el conjunto. Además del óleo, del barniz y del acrílico, la madera de balsa, distintos tipos de cartón, palos de maqueta, objetos de desechos y otros materiales “innobles” dan cuerpo a la exhibición. Hasta cierto grado, ésta no es una muestra exclusivamente de pintura, sino de escultura, de arquitectura y de manualidades. Lo fragmentario define todo, la impronta del collage está detrás, caracterizando a unas obras dislocadas, cohesionadas a la fuerza.

En general, la práctica de taller ha modelado esta exposición. Ha repercutido en que los trabajos parezcan inacabados, algo toscos, como si fuesen bocetos de algún proyecto mayor, maquetas de una edificación delirante, inviable. Así, recurren al imaginario de los juguetes, al cine de ciencia ficción y a la abstracción de las vanguardias del siglo XX, asemejándose a naves galácticas y a esculturas modernistas simultáneamente. A su vez, garabateos y patrones andinos se entrometen, ingresan a las obras, acercándolas al llamado “arte infantil” y al arte precolombino. El parecido obtenido con algunos objetos subestimados por ser “artesanías” vuelve particularmente incómoda la exhibición que, de manera táctica, se dispone a un lado del Museo Arqueológico que alberga el MAVI.