Primera Escuela sustentable de América Latina

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Esta semana comenzó a funcionar la primera escuela pública sustentable de Uruguay y América Latina. El establecimiento educativo esta ubicado en el balneario de Jaureguiberry (Canelones), y fue construido bajo la técnica de las casas Earthship, un tipo de vivienda completamente realizada con materiales reutilizados como neumáticos y botellas de vidrio. Fue precisamente el creador de la técnica de las earthship, el reconocido arquitecto estadounidense Michael Reynolds, quien estuvo a cargo del proyecto y viajó a Uruguay para ultimar los detalles finales. A la escuela acuden unos 45 niños, quienes recibirán una formación educativa basada en conceptos como la reutilización de desechos, el uso inteligente de los recursos naturales y el respeto hacia el medio ambiente.

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La esperada noticia llegó esta semana. Lo que parecía simplemente el sueño de un grupo de entusiastas se hizo realidad: la primera escuela pública sustentable de Uruguay y América Latina es toda una realidad. Construida en sólo siete semanas y con la ayuda de un grupo de alrededor de 200 personas de diversas edades y de más de 30 países de origen, la escuela sustentable de Jaureguiberry abrió sus puertas a los primeros 45 niños que recibirán educación pública gratuita bajo un modelo basado en el respeto por el medio ambiente, la reutilización de residuos y el aprovechamiento de los recursos naturales.

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El establecimiento tiene una superficie de 270 metros cuadrados y su realización demandó unos 300 mil dólares. En su construcción se utilizó un 60 por ciento de materiales reciclados –latas, cubiertas, botellas y cartón- materiales en su mayoría recolectados por lxs vecinxs, quienes participaron activamente en el desarrollo del proyecto

La escuela se realizó con la técnica de construcción de las casas Earthship (o “nave terrestre”), desarrolladas por el arquitecto Michael Reynolds, conocido mundialmente por dedicarse a construir durante los últimos 35 años este tipo de viviendas. Construidas con materiales naturales o reciclados -generalmente de neumáticos, botellas de vidrio y botes de aluminio – y hechas para funcionar autónomamente, las earthship permiten obtener la electricidad del sol y del viento, utilizar el agua de la lluvia y tener calefacción y refrigeración a partir del sol y la tierra. La escuela de Jaureguiberry fue construida bajo estas mismas condiciones, lo que la convierte en la primera escuela pública ciento por ciento autosustentable, sin necesidad de consumir energía eléctrica convencional ni agua, con la consecuente minimización de los costos operativos.

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En octubre de 2015 lxs responsables del proyecto, liderado por TAGMA, una asociación civil uruguaya sin fines de lucro, informaron a Construir TV que la obtención de los fondos necesarios para construir la escuela estaban a cargo de dicha asociación, a partir de aportes de empresas privadas, en conjunto con Earthship Biotecture, el emprendimiento de Reynolds. Al respecto, cuando se dio a conocer el proyecto, en mayo del año pasado, Reynolds visitó Uruguay y explicó al diario República que “el dinero sería aportado por la organización”, que a su vez realizaría un concurso académico de formación “para que la gente aprenda, se pague una matrícula” y con esos fondos financiar el proyecto.

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Cabe señalar que la idea que dio origen a este proyecto nació hace cinco años a partir de la inquietud de un grupo de amigos quienes compartían entre sí el deseo de generar un aporte para cambiar el actual paradigma sociocultural –basado en el dominio y explotación de la naturaleza y su progresiva escisión de la existencia de los hombres y las mujeres- a la vez que coincidían en su admiración por la obra de Michael Reynolds. Fue entonces que se les ocurrió buscar la forma de contactar al afamado arquitecto. “Era una idea tan grande, que en ese momento era equivalente a planificar un viajecito a la luna. Y eso es verdad, porque siempre fuimos simplemente un grupo de amigos que no sabíamos nada de construcción, ni de procesos gubernamentales, intentando hacer algo más grande que nosotros mismos”, recuerda hoy Martin Espósito, quien estuvo a cargo de la coordinación general del proyecto. El contacto se hizo y Reynolds se interesó en el proyecto. A partir de entonces todo sucedió hasta llegar a este sueño cumplido, la primer escuela sustentable de toda América latina.

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“Hoy, después de todo esto, estoy más convencido que nunca de que lo que queramos hacer, podemos hacerlo. No hay trabas, ni burocracia que nos detengan si nos mantenemos unidos, si le damos el espacio al otro para desarrollarse, si dejamos los egos y preconceptos de lado (…) Muchas gracias por entender y creer en lo que estábamos haciendo. Esto es de todos y es para todos”, concluye el joven.

 

fuente: Construitv