«Sin Amor» columna la Mujer y su Mundo de Paula Serrano

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0314a404d2c787855c5ea516b384184a«Si no nos enamoramos del trabajo o de lo que hacemos, también entonces la vida pierde sentido. (…) hay que buscar enamorarse».  

Curioso lo importante que es enamorarse. En general, cuando hablamos de amor pensamos en el amor romántico. Pero enamorarse es más que una pareja, es también un sueño de sentido.

Es probable que lo que más angustie a los seres humanos es la falta de sentido. Cuando nos enamoramos, la vida se pone de otro color, todo encaja, hay caminos, sueños, energías nuevas, disposición al sacrificio y la entrega. Como si el cuerpo tuviera energías nuevas para caminar sin cansarse, o tal vez como si cansarse fuera una alegría más que una pérdida. Hay un sentido cotidiano para la existencia.

Lo que es válido para el amor romántico lo es también para la vida en general. Si no nos enamoramos del trabajo o de lo que hacemos también entonces la vida pierde sentido, no del todo, pero es como si hacer ya no es construir, como si la tarea se pusiera repetitiva. De nuevo, el sentido de lo que hacemos se desdibuja y el cansancio nos inunda.

Hay que buscar enamorarse. De lo que sea, pero enamorarse. En cada trabajo hay un sentido que puede cambiar, en cada tarea hay maneras nuevas de encontrar entusiasmo. Y, lo más importante, con frecuencia ganar plata termina por no ser un gran amor.

Es un lujo decir lo que digo. La mayoría del planeta trabaja porque necesita el dinero para vivir, ellos y sus familias. Y eso también puede ser una gran amor. Pero igual que en las parejas, el amor se hace rutina obligatoria y se pierde la creatividad y la alegría.

Buscar nuevos sentidos al trabajo y a la vida cotidiana ha probado ser un gran tema en la salud mental de las poblaciones del mundo. A mayor estabilidad económica de un país, mayor depresión explícita o larvada. Hay que buscar ingredientes para hacer la tarea cotidiana de manera que nos enamore. No todos los días y a todas las horas, solo de manera que nos dé sentido. Que de vez en cuando nos preguntemos, ¿por qué, para qué estoy aquí? Y que la respuesta vaya cambiando en el tiempo. ya


Por Paula Serrano Psicóloga.
fuente: Revista Ya