«Comunicación» La mujer y su Mundo por Paula Serano

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«Le damos tanto valor a las palabras que olvidamos incorporar en la interpretación de los diálogos el peso de las emociones».

El estudio del comportamiento animal -la etología- nos ha dado importantes luces respecto de cómo los organismos comunican emociones y la importancia que esto tiene en las relaciones y el comportamiento. Esto no es trivial porque de esto depende enormemente la posibilidad de vivir juntos eficazmente.

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Los humanos tenemos la palabra, sofisticado instrumento que permite niveles altísimos de precisión en la comunicación. Gracias a ella hemos desarrollado la ciencia, la tecnología, la organización social, la política.

El problema es que en nuestro aparato más primitivo, que aún conservamos, el de la especie, seguimos comunicando emociones a través de las hormonas que secretamos, los olores que expedimos, nuestros gestos, posturas, movimientos de ojos, etc. Se le ha llamado «el lenguaje corporal». Este acompaña la comunicación verbal y la apoya o la contradice. Hay más errores en la comunicación humana que en ninguna otra especie. Le asignamos tanto valor a las palabras que olvidamos incorporar en la interpretación de los diálogos el peso de las emociones.

«Te dije… No fue eso lo que dije… Fuiste agresivo…. en absoluto, fui claro no agresivo, etc».

Y esto es así porque nuestras emociones, a veces incluso aquellas de las que no estamos conscientes, están presentes en cada intercambio que realizamos y nuestro objetivo es hacer consciente esta condición para evitar malos entendidos o para dirimirlos sin la inútil repetición de las palabras utilizadas, que fuera de contexto ya son otras palabras.

Es distinto argumentar que dijimos algo porque estábamos distraídos, o enojados, o aburridos y empezar una nueva conversación, que analizar -ya con otras emociones- la conversación literal que se tuvo y que tal vez provocó un conflicto.

Hacer consciente lo inevitable es una gran prevención de errores que llevan a dolores innecesarios a quienes queremos, pero que también alteran nuestras relaciones laborales y de poder. Un buen jefe, un líder consistente, debe cuidar su lenguaje no verbal tanto como las palabras que dice.

Cuidado con la sobrevaloración del lenguaje verbal. Es útil y necesario en textos, memorándums e informes, etc. Pero desde que el cuerpo está presente, la comunicación se hace más compleja, más ambigua y más interpretable.

fuente: El Mercurio