“Descubre tu pasión” La energía interna que produce puede salvar vidas (Historia de Chaleco Lopez)

Tras el grave accidente que sufrió en el rally de Túnez en 2011, el sobrino de Francisco López fue pieza clave en su rápida y milagrosa recuperación. La vida de ambos se cruzó en la tragedia. Mientras el deportista pensaba que no volvería a las motos, el niño libraba una lucha contra el cáncer. «Si tú le ganas a tu enfermedad, yo peleo el Dakar», le prometió. Esta es la historia desconocida detrás de la carrera más peligrosa del mundo.  

Untitled-1Emocionalmente deshecho, llorando como un niño, Francisco López, «Chaleco», abrazó a Ana Luisa, su madre, y le dijo que si ella así lo deseaba, paraba, que ya está, que dejaba las motos para siempre. Era julio de 2011, recién se recuperaba de las graves lesiones del accidente que casi le costó la vida tres meses antes en el Rally de Túnez, cuando recibió la noticia que lo devastó: a su sobrino Lucas Hamilton, de siete años, le diagnosticaron un rabdomiosarcoma al ojo derecho, un cáncer maligno y muy agresivo. 

Lucas, al igual que él, aprendió a dar sus primeros giros en moto con la ayuda de su abuelo -Renato López-, ex motociclista, de quien el piloto heredó el apodo «Chaleco», pero al que ahora todos llaman «Pupy». La primera moto de Lucas, una Honda QR 50, se la regaló su tío una Navidad, cuando tenía cuatro años, y para entrenarlo adaptó un circuito con saltos que tiene en su casa en Teno. Todos los fines de semana, tío y sobrino hacían rugir sus motores entre los boldos, pinos y quillayes de los cerros de la precordillera curicana. A mirar y probar las motos antiguas que colecciona «Chaleco» en su garaje, con el aroma a la bencina inundándolo todo. Tío y sobrino se habían convertido en estrechos partners. Pero el cáncer amenazaba con derrumbarlo todo. 

-Estuve encerrado unos días en mi casa, solo, pensando, llorando; no entendía nada. Me vino un bajón con todo. Caí, caí, caí, caí. Recién ahí me di cuenta de cuánto he hecho sufrir a mi madre, con mis riesgos, mis accidentes, de lo mal que lo ha pasado ella conmigo. Yo no soy papá, pero con el dolor que yo tenía, la angustia que sentía por lo que le estaba a pasando a Lucas, me di cuenta de ese sufrimiento.

La enfermedad de Lucas le pegó más que cualquier cosa antes en su vida. Gilson Dos Santos es su psicólogo deportivo hace más de cinco años y lo explica así:

-«Chaleco» tiene un vínculo muy fuerte con él, es como el hijo que aún no tiene. Y, cuando pasó lo de Lucas, todo el resto de las cosas de su vida dejaron de tener sentido, incluido el deporte. Él entendió la importancia de su ejemplo para su sobrino y te diría que el Dakar 2012 lo corrió sólo para demostrarle que no todo estaba perdido. Al final, la forma en la que «Chaleco» logra entregar cariño es arriba de la moto, haciendo su deporte. Fue la forma de entregarle cariño a Lucas.

El apoyo incondicional de su madre. La arenga de su hermana. La vida en vilo de su sobrino. Todo eso lo hizo reaccionar y abandonó la idea de dejar las motos.

«Chaleco» López: 
-Dije: «No puedo dejar la moto, me encanta, es mi vida y tengo que desafiar a mi sobrino, desafiarlo a que yo voy a llegar al Dakar 2012″. Así que le dije: «Yo voy a llegar al Dakar, a pelear la punta, voy a tratar de ganarle a Coma (Marc) y a Despres (Cyril), pero tú tienes que ganarle a ese cáncer». Hicimos una competencia, lo desafié y llegué al Dakar por eso. Porque físicamente no llegaba. Mi cuerpo no existía y mi moto no existía. 

No se sentía con la fuerza para saltar, para levantar los 180 kilos que pesa la máquina, para correr 14 días contra pilotos que estaban bien, fuertes. La moto no le gustaba, no había quedado bien fabricada, la sentía desbalanceada y no había tenido tiempo para probarla.  
Pero con mi mente, con las ganas que tenía, los primeros días volaba.

737498_10152408523585352_1635301537_oContra todos los pronósticos, en ese Dakar ganó la primera etapa. 
Es lo más lindo que he hecho en mi vida. Lloré como dos horas arriba de la moto. Lloraba, lloraba y lloraba, y ¡aaaaaah!, gritaba como si hubiera ganado el Dakar. Se lo dediqué a Lucas y fue como: ¡bien, mierda!, ¡lo podemos hacer, lo podemos hacer! 

Es la tarde de un lunes de enero, un día extrañamente nublado para el verano de Santiago, y tío y sobrino -37 y 9 años, respectivamente-, que la tarde anterior celebraron juntos el tercer lugar en el Dakar 2013 en La Moneda, están sentados lado a lado, mientras recuerdan la dramática historia que entrelazó sus vidas. Primero, el accidente. Después, el cáncer. 

-Yo estaba vomitando y Chaleco me decía que yo siempre iba a salir adelante. Y salí. Al principio no sabía si iba a salir o no, además pensé que toda la vida me iban a pinchar y que lo pasaría mal, pero ahora estoy aquí. Doy gracias a Dios por estar aquí -dice Lucas, serio, mientras «Chaleco» deja caer unas lágrimas.  

-Pancho lo ayudó mucho, porque vio que su tío era súper fuerte, que de un día para otro se paró y volvió a ser el mismo, que caminaba perfecto, que andaba en moto perfecto. Le inyectaba ese mismo ánimo a él. Le decía: «Para de vomitar, mañana vas estar en Teno, vamos a andar en moto, vamos a ir a la playa». La ayuda de Pancho fue vital, y la del doctor Juan Quintana, que es seco. Y la de Dios. Lucas cree en Dios. 

Pese al cáncer, el niño nunca dejó de andar en moto. 
-Era el permiso que le daba el doctor para la cabeza -dice Ana María.
El tratamiento de Lucas fue exitoso y actualmente no tiene cáncer. Para controlarse debe hacerse resonancias magnéticas cada tres meses durante cinco años. 
Quería salir de esto para andar en moto, para comer lo que quisiera, para poder hacer lo de antes. El primer día, después de que se fue todo, me comí una fuente de lechuga -dice Lucas, sonriendo cuando recuerda ese primer lujo culinario.  

Chaleco-Ganador

Su tío sonríe con él.
-Él me motivó para andar en moto cuando yo estaba mal y yo lo motivé a él. Yo estaba convencido de que le iba a ganar al cáncer. Nunca dudé que iba salir. Nunca. 

Ana María: 
-Claudio Basualto -preparador físico de López- me llamó en La Serena y me dijo: «Necesitamos a Lucas, porque es el único que le hace bien al ‘Chaleco’, lo desconecta, lo saca del Dakar», y lo mandé a acompañarlo.

-¿No te da miedo, Lucas, después de todo lo que has visto y vivido?

No. Yo nací al lado de unas personas que tienen pasión por las motos, por eso a mí no me da miedo.

«Chaleco» dice que está cambiado. Que es un agradecido de la vida. Que debe dejar de presionarse por ganar. Y qué lo único que importa es pasarlo bien arriba de la moto y que Lucas esté bien.

En este Dakar, en su moto, arriba del roadbook, lo escribía como para no olvidarlo: «Tranquilo. Cabeza. Es un regalo». 

Lucas me motivó para andar en moto cuando yo estaba mal y yo lo motivé a él. Yo estaba convencido de que le iba a ganar al cáncer

 

*Que increíble y emocionante historia, espero todos puedan leerla

No es que mi pasión  sean las motos ni mucho menos, la verdad me dan mucho miedo este deporte!!!

Quize publicar este articulo porque me conmovió, y para motivar a muchos que quizás no luchan por hacer lo que más les gusta, por lo que sienten lo más adentro del corazón, o por salir de enfermedades y problemas que podrian acabar con sus vidas. La vida es una sola y  creo que siempre queda una esperanza, mirar en el interior y sacar de ahi la fuerza para salvarse.

 “Hacer lo que te gusta, tu pasión, y luchar por eso, muchas veces puede salvar tu vida, la fuerza, el poder y la energía que esta produce en nuestro interior mueve montaña y es capaz de derribar lo más fuerte, porque esto no se compra, no tiene precio, es intangible y todos lo podemos obtener”.

 “No dejes que nada anule tu pasión, eso que te ata profundamente a la vida, y te hace desconectar de todo, el camino muchas veces es largo y difícil, pero la satisfacción es eterna,  la vida es una sola y tienes que descubrirlo en lo más interno de ti mismo.”

Esto es un resumen de la entrevista que dio Chaleco Lopez para la revista del sábado “El niño que Salvo a Chaleco» Aquí puedes leerla entera: http://diario.elmercurio.com/2013/01/29/el_sabado/_portada/index.htm