«El Elogio de la Lentitud» el libro perfecto para éstos tiempo

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Hace algunos años me  leí el libro «El elogio de la lentitud», Siempre tuve ganas de publicarlo para compartirlo, me encantó y me hizo mucho sentido para darnos cuenta de como vivimos día a día.  Creo que éste es el mejor momento para recomendarlo, aquí les dejo una reflexión sobre éste y como nos puede ayudar para enfrentar lo que vivimos y lo que vendrá. También  les comparto  fragmentos que me gustaron del libro para que se animen a leerlo ahora que hay tiempo en esta cuarentena.

Creemos que haciendo todo rápido  ahorraremos tiempo, queremos que todo suceda ahora ya,  pero tenemos que darnos cuenta que al andar  lento se valora más cada momento de la vida,  y  somos más productivos. Hoy vivimos corriendo, sumidos en la rapidez, la prisa, hemos perdido la paciencia, nos hemos acostumbrado a tener todo de inmediato ya que el sistema económico-financiero mundial, el desarrollo tecnológico y la profunda crisis ecológica y biofísica nos han llevado a esto, hoy  todo es más fácil, nos vemos invadidos de información que no tiene límites. Todo esto  incita a buscar el éxito, porque si no, te sientes  débil en éste mundo competitivo, si no eres el mejor no estás feliz entonces hay que correr para lograrlo, pero ahí no está la solución.

Hoy estamos atrapados en la cultura de la prisa y de la impaciencia, en un estado constante de hiperestimulación e hiperactividad que muchas veces, no nos deja gozar, ni disfrutar  la vida, y además nos hace esconder lo que sentimos sin querer afrontarlo. Las redes sociales juegan un papel muy importante en todo esto, ya que éstas no nos dejan tiempos de ocio, y nos hacen ser competitivos y a la vez hacen que muchos se frustren por ver lo que logran los demás, pero la vida no es eso, ahí hay un mal uso de ésta herramienta la sirve mucho para otras cosas .  

Necesitamos parar,  reflexionar, recrear, contemplar, disfrutar, bailar, expresar sin miedo quien eres, vivir con más conciencia, darnos cuenta de lo verdaderamente importante, encontrar lo esencial, cuidar lo que tenemos y valorarlo.

Creo que con ésta crisis mundial el planeta nos está mostrando como estamos, y que es lo que necesita el mundo hoy, que ya no puede pasar más tiempo. Es increíble como un virus microscopio ha sido capaz de hacer que todos nos guardemos,  apagando el poder de los más poderosos del mundo, ante esto todos somos iguales e igual de vulnerables, no existe raza, religión, partido político o nivel socioeconómicos, todos estamos igual de afectados, y a pesar de que esto nos a separado, estamos más unidos que nunca. «Separarnos para estar más Juntos»

Ahora no nos queda otra que vivir con más lentitud encerrados en nuestras casas valorando lo que antes no valorábamos o no hacíamos porque no era urgente o por andar corriendo de un lado a otro. Esto ha hecho que muchos nos enfrentemos a la soledad a estar con uno, cosa que muchos esconden con el trabajo y miles de actividades. Valoremos todo esto para que cuando podamos salir de ésta cuarentena sigamos valorándolo y no lo dejemos atrás. Hoy es necesario permitirse unas horas libres, horas de ocio y para estar con los tuyos para estudiar con tus hijos, tener conversaciones con tu pareja,  observar las personas en la calle, disfrutar de tu casa por muy pequeña que sea,  arreglar esos detalles pendientes donde vives día a día para que se vea más bonito y así un sin fin de cosas buenas que van a salir de éste encierro que nos obliga a la lentitud, Finalmente valorar lo que hemos construido, y lo que tenemos porque hay muchos que no tienen la suerte de tenerlo. 

Vivir de prisa no es vivir, es sobrevivir

El psicoterapeuta sueco Owe Wikström presenta este libro que invita a seguir un ritmo de vida más tranquilo y sin afanes.

En la actualidad, el día a día es cada vez más acelerado. Entre los compromisos laborales, la preocupación por la apariencia física y el afán por ser mejores personas, se hace más difícil encontrar momentos de sosiego y oportunidades para reducir el ritmo de la vida.

‘El elogio de la lentitud’ de Carl Honoré es una invitación a reflexionar sobre la vida cotidiana y a emprender una búsqueda personal de los momentos y lugares que permiten hacer altos en el camino. A través de las pausas, de la instrospección y de comprender la importancia de la lentitud, se puede alcanzar un estado de conciencia más elevado y un mayor disfrute de la vida.

Les dejo unos fragmentos de éste libro que es buenísimo y perfecto para estos momentos de cuarentena y de crisis mundial, aprovecha que tienes tiempo, date el tiempo para leerlo

El mayor obstáculo en la vida es la espera. Que se aferra al mañana y deja pasar el presente. ¡Planeas lo que está en manos del destino y desaprovechas lo que está en tus propias manos! ¿En que tienes puesta la mirada? ¿Hacia qué te inclinas? Todo lo que ha de llegar es incierto. Séneca, De brevitate vitae

¿Quién habla hoy del valor de las cosas normales, comunes y corrientes, cotidianas? En una época en las que muchos quieren ganas dinero haciendo que las personas anhelen algo diferente, las cosas habituales deberían recibir una atención especial. Muchos enfermos dicen: ¡Qué no daría porque todo fuera como antes! Las personas sanas tienen muchos deseos, los enfermos , sólo uno. ¿Quién levanta su copa para brindar por lo usual?

La necesidad de calma y de seriedad profunda, así como el deseo de disfrutar la vida y los paseos sin propósito, parecen hoy más apremiantes que nunca. Son dos caras de la misma moneda, y justo en el centro está el anhelo del hombre, intranquilo y disperso, por reencontrarse a sí mismo.

Son muchas las personas que muestran cierta pobreza espiritual y sed existencial y que, al mismo tiempo, están atrapadas en un dilema evidente: les gustaría hallar la calma, pero las situaciones a las que se aferran hacen que cualquier observación sobre la lentitud parezca cínica. Y el hecho de que un problema estructural y político se transforme en un problema del individuo no hace más que aumentar el peso que cada cual lleva a cuestas.

Al parecer, lo más difícil de enfrentar cuando el cuerpo finalmente se da por vencido y los síntomas del estrés se hacen sentir es el reconocimiento de que uno es el único que hubiera podido hacer que las cosas fueran diferentes. Es verdad que algunas circunstancias no se pueden transformar, pero otras sí.

Cuántas personas dicen, después de una corta estadía en el hospital: “ Ahora quiero cambiar mi estilo de vida. Tengo que cambiar. Esto ha sido una enseñanza para mi” Y no son pocas las que efectivamente cambian su estilo de vida o empiezan a vivir con más calma, por lo menos durante algún tiempo. Pero, ¿Tenemos que espera a sufrir un ataque cardíaco para comenzar a disfrutar la vida? ¿Tenemos que “estrellarnos contra el mundo” para tomar en serio nuestras preocupaciones vitales y nuestros deseos?

¿Es necesario que el destino nos muestre de manera brutal que el milagro de la vida es efímero para que reconozcamos nuestra necesidad de descanso? Muchos de quienes han sobrevivido a enfermedades graves coinciden, de manera conmovedora, en su alegría por las cosas pequeñas y se sorprenden de cómo pudieron dejarse llevar por la tentación de correr en pos del viento. Sus perspectivas cambian: ceder antes el deseo de los paseos, sin rumbo, conversar con los amigos observar los cambios en la naturaleza, todo eso que permanece ajeno a la búsqueda de experiencias novedosas ahora se vuelve importante

Sólo cuando logramos soportarnos a nosotros mismos en soledad podemos escuchar a los demás, pues no los “necesitamos”, no nos apegamos a ellos para escapar de la soledad. Claro que tampoco debemos atrincherarnos en la soledad, antes bien, gracias a ella reconocemos que dependemos de otros y que, por lo tanto, tenemos que cultivar las relaciones con nuestros amigos, nuestra familia y nuestros hijos. Las personas que han superado crisis vitales suelen estar de acuerdo con que, al final, lo único que cuenta es la amistad y el amor- esos conceptos tan gastado- de nuestros seres queridos y de las personas que nos rodean.

Otra característica de nuestro tiempo es la estetización. Cuando pocas veces se le concede espacio al interior, lo que pasa a contar es el exterior. Las personas se preocupan cada vez más por formar su identidad a través de la apariencia, la moda y los gestos, en lugar de preocuparse por sus opiniones, sus argumentos os sus conocimientos.
La fijación con el exterior, con la figura y la apariencia conduce a una idealización. La ecuación de la sociedad de consumo reza entonces: Juventud + Belleza= Felicidad.

El numero de personas que vive para trabajo en lugar de vivir para su familia crece constantemente.
Muchas personas viven al límite de su capacidad de rendimiento: cumplen con su trabajo, pero a duras penas les alcanza el tiempo para la familia y los amigos.

Incluso la monotonía de la autopista puede brindar un espacio para soñar despierto. Los viajes largos en el auto, a solas, son relajantes. Con el equipo de sonido encendido, el interior del auto se convierte en un espacio de recogimiento que se desliza hacia delante. Muchas personas ha instalado, más o menos conscientemente, una farmacia musical en su auto. En ella encontramos remedio para el tedio y cualquier tipo de decaimiento. En ella tenemos medicamentos en forma de ritmos de salsa o de música caribeña; allí guardamos tranquilizantes que son administrados por las hermosas voces de grupos corales. Sin música, difícilmente sobreviviríamos. Las melodías, los ritmos y los acorde nos ofrecen refugios en otros mundos.

La cultura del espíritu, tal como la entiendo, es, en su esencia, fruto del ocio. Por esta razón, el arte de la vida civilizada consiste fundamentalmente en una cultura del ocio. De acuerdo con el concepto chino, el más cultivado es aquél que sabe pasar los ratos de ocio de la manera más inteligente posible.

Y así muchos fragmentos más, les dejo estos para insertarlos un poco en que nos dice éste libro

Y así estamos hoy, quien no se identifica con éste video