La tierra caerá con su sol en la noche eterna

Rodrigo Vergara fue el curador de esta exposición colectiva donde podremos ver fotografía, pintura y escultura, donde los artistas trabajan la noción de la oscuridad y la luz.

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Siete obras que asumen esa correspondencia ya sea en relación a la materia, en el caso de Benjamín Ossa, consiste en imprimir la imagen de una piedra sobre una superficie plana para luego volver a reconstruirla a través de la emisión lumínica; o en relación a la intimidad en el caso de Virginia Guillisasti que a través de fotografías de medio formato muestra en primer plano copas de cristal destruidas y vueltas a reconstruir torpemente, captando nítidamente su fragilidad y su ruina.
Nicolás Rupcich muestra paisajes lúgubres de sociedades del primer mundo carentes hoy de cualquier idealismo. No hay distopía sin desilusión parecen decir, sin embargo realiza un ejercicio fotográfico que consiste en la selección de una fotografía por mes de manera que cada imagen se comporta dentro de la serie como una escena en un film. Desde el archivo Mariana Najmanovich ocupa fotografías que usa como modelos para pintar pequeños cuadros donde sus personajes aparecen demacrados y deformados, temas como sectas, militares y políticos son protagonistas en sus telas.
Raimundo Edwards que solo le basta con recoger los residuos de sucesos ocurridos en las autopistas para ejecutar sus obras. Pequeños pájaros muertos bañados en materiales químicos, se convierten en matrices de pintura, huinchas reflectantes y pequeños restos de tapas de rueda, pueden convertirse en obra.
Cristián Velasco por su parte entrelaza piedras con lana, para después lanzarlas al mar. Cuerpos sólidos y pesados son tratados con cuidado y dedicación, la energía calórica (potencial) de la lana, se mezcla con lo fresco, cristalino y sinuoso del agua.
Lo pétreo y frío en Alejandra Arcuch se acerca a la fotografía de una manera muy particular. En sus fotos se ven los rostros de esculturas de yeso que acompañan tumbas del Cementerio Número 1 de Valparaíso. La elección del encuadre es el retrato, que pareciera acentuar en su condición inquebrantable su completa finitud.