Las orquídeas chilenas renacen con nuevas formas y colores

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Investigadores desarrollaron seis híbridos de la especie, los que florecen en menor tiempo que las de ambiente natural, lo que permitirá su comercialización.  

Cuando se mencionan a las orquídeas, lo primero que viene a la mente es un espeso bosque tropical, pero la verdad es que no son patrimonio exclusivo de ese tipo de ecosistemas. En Chile, por ejemplo, se las puede encontrar desde Arica hasta Tierra del Fuego, en diferentes ambientes.

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En el país se han descrito por lo menos 254 especies distintas de orquídeas desde que el sacerdote francés Louis Feuillée dibujara las primeras cuatro durante una visita en 1709, pero actualmente solo se reconocen 57 tras varias revisiones. Así lo establece un estudio del investigador del jardín botánico nacional Patricio Novoa, publicado en un especial sobre estas flores de la revista científica Chagual.

Aunque se las encuentra desde Visviri al Cabo de Hornos, los chilenos no las toman mucho en cuenta. «Están subvaloradas, pero los extranjeros se vuelven locos con ellas», reconoce el botánico y docente de la Escuela de Geografía de la U. Católica Andrés Moreira-Muñoz.

Un ejemplo es el caso del holandés Gosewijn van Nieuwenhuizen, una autoridad mundial en orquídeas. Desde 1985, el botánico ha realizado seis expediciones a Chile para observar y fotografiar las variedades más sorprendentes, incluyendo la Aa nervosa , que crece en los pantanos del altiplano a 4.400 metros de altura (la máxima altitud registrada para una orquídea). También descubrió, en 1989, en la cordillera de Talca -según cuenta en Chagual la curadora emérita del Museo Nacional de Historia Natural, Mélica Muñoz- a la Bipinnula apinnula , nunca antes descrita.

Hasta hace poco tiempo, las orquídeas eran relativamente abundantes en los alrededores de Santiago, pero Moreira-Muñoz dice que por el avance de la ciudad se han ido perdiendo.

En la zona de Valparaíso, la gran expansión en Concón está afectando el hábitat de la especie más emblemática de la región, la Bipinnula fimbriata . Según el botánico, hasta hace muy poco era fácil encontrarla en la parte baja de las dunas, casi junto al camino costero, como también en la parte alta, donde la duna está estabilizada.

A nivel internacional, las orquídeas silvestres están protegidas por el convenio CITES, por lo que su comercialización está restringida.

De ahí que se ha optado preferentemente por su cultivo y producción de híbridos. «Hemos hecho una selección entre diferentes especies silvestres que en la naturaleza nunca coinciden y hemos logrado híbridos con nuevas formas y colores», cuenta Hermine Vogel, investigadora de la Facultad de Ciencias Agrarias de la U. de Talca y directora de un proyecto cofinanciado por la Fundación deInnovación Agraria (FIA).

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En el mercado internacional faltan flores blancas y amarillas, dice Vogel, y justamente la Chloraea crispa , la orquídea con la que trabajan, presenta un blanco muy limpio que contrasta muy bien con el amarillo y rojo».

El trabajo, que ejecuta en asociación con la U. Católica de Valparaíso y Orquídeas Chilenas Terrestres S.A., ha sido costoso.

Hasta ahora han logrado desarrollar con éxito seis híbridos, mejorando su capacidad de crecimiento. Es así como mientras la orquídea silvestre demora cinco años en producir la primera flor -lo que no es muy rentable para su comercialización-, con el manejo han podido lograr plantas en vivero que han florecido al tercer año, lo que reduce la espera casi a la mitad.

René Martorell, ejecutivo de innovación del FIA y supervisor de la iniciativa, dice que todavía falta resolver el porcentaje de floración anual (es decir, la cantidad de flores disponibles), ya que de ello depende la rentabilidad del cultivo. No siempre crecen desde el suelo

La orquídea chilena es diferente a la tropical, explica la investigadora Hermine Vogel. La selva tiene muchas distracciones para los polinizadores, y por eso son más grandes y presentan colores más llamativos, dice. Además son epifitas, es decir crecen sobre los árboles; en cambio, la chilena es geófita, lo que significa que crece directamente en el suelo. Han sido consideradas, según el botánico Andrés Moreira-Muñoz, como una de las más exquisitas obras de la naturaleza, por sus flores espectaculares y su extraordinario parecido con los insectos que las visitan.

 

Fuente: Por Richard García para El Mercurio