Por qué las abejas continúan desapareciendo del planeta

Desde hace años, las abejas que producen miel están muriendo. El cambio climático, pesticidas y patógenos son posibles causas, pero los científicos aún no tienen respuestas claras. Por siempre las abejas que producen miel han estado expuestas a diversos agentes que las pueden atacar y matar, pero desde hace casi una década ese ataque se volvió mucho más agresivo.

A mediados de la década pasada, apicultores, especialmente de Estados Unidos, comenzaron a notar horrorizados que perdían hasta el 90% de sus colmenas sin causa aparente. Desde entonces, ese fenómeno se ha repetido alrededor del mundo -incluido Chile- con distinta intensidad y aún nadie sabe a ciencia cierta por qué.

Virus, ácaros, cambio climático, monocultivos, pesticidas y el crecimiento de las urbes podrían estar entre los causantes, pero es imposible cuantificarlo. Y todos están tratando de entender la razón.

Un reciente estudio, presentado en una conferencia en Bruselas (Bélgica), realizado por el Laboratorio de Referencia de la Unión Europea para la salud de las abejas mieleras, reportó que la mortalidad de este insecto en 17 países del área varía entre 3,5% y 33,6%. Aunque las cifras son mejores de lo esperado, dice el estudio, los números aún son preocupantes.

Según explicó Marie-Pierre Chauzat, patóloga del laboratorio, el límite saludable de mortandad varía de país en país entre 10% y 15%, pero ellos consideran que la cifra oficial debería ser la primera. Si se toma en cuenta ello, casi dos tercios de los países estudiados estarían en serios problemas.

En la misma reunión, el experto del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, Jeffery Pettis, presentó los datos de su país. En promedio, dijo, la pérdida de colmenas llega al 31%. «Nuestro límite de mortandad aceptable es de 15%», dijo, «lo que significa que hemos estado doblando ese número durante los últimos años y eso es realmente inaceptable».

Esta declaración tajante no solo se refiere a las pérdidas que los apicultores puedan tener, sino también a que las abejas productoras de miel son un importante polinizador, por lo que su desaparición puede afectar a la producción agrícola.

¿Es un ciclo?

«El fenómeno de la desaparición masiva de abejas obreras no es nuevo. Hay episodios muy bien documentados del siglo XI y otro de 1890», cuenta Gabriel León, investigador del Centro de Biotecnología Vegetal de la Universidad Andrés Bello. «Aun así, no hay certeza de que sea lo mismo».

El problema es que tanto antes como ahora, no se sabe cuál es la causa. Y el principal escollo para dilucidarlo estaría en que se trata de más de un culpable.

Patricia Aldea, estudiante de doctorado de Agronomía de la Universidad Católica y directora de Ceapimayor (Centro para el Emprendimiento Apícola de la Universidad Mayor), explica que las primeras tesis que se barajaron fueron el ataque de hongos y de ácaros. «Pero con el tiempo se empezó a ver que en cada caso habían asociados otros factores como los pesticidas, el monocultivo o las condiciones medioambientales», dice. Por eso no hay claridad de la causa.

Por ejemplo, en el caso el centro de Estados Unidos, agrega José Montalva, entomólogo experto en abejas, las grandes extensiones de plantaciones de soya y maíz son como un desierto para las abejas.

«Cuando se planta un solo tipo de cultivo, hay veces en que este no es un buen alimento para las abejas, por lo que ellas tienen que recorrer kilómetros para encontrar algo nutritivo», explica.
Otro factor podría ser el uso de un determinado tipo de pesticida que se utiliza para proteger a las semillas, el que luego pasa a la planta y a la tierra. Por eso la Unión Europea tomó la polémica decisión de prohibir su uso. «El año pasado se publicaron dos trabajos sobre este para ver si podría tener algún efecto en las abejas, pero los resultados no son concluyentes», afirma Gabriel León. Aún así, su uso sigue vetado porque tampoco se puede negar su influencia.

Calentamiento

Ante tanta duda, para Luis Cerda, especialista en entomología forestal de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción, la causa más clara hasta ahora es el cambio climático.

«Para mí no hay razones establecidas. Algunos culpan solamente al varroa destructor -un ácaro gigante que afecta a las abejas-, pero este se puede manejar sanitariamente y hacerlo desaparecer. Pero los efectos del cambio climático son los más tangibles y se pueden observar», asegura.

Ya se está viendo, continúa, que los períodos de floración se han acortado, por lo que al no haber flores las abejas no alcanzan a completar sus cuotas de reservas. Esto deja a las colmenas débiles y susceptibles del pillaje o el ataque de otros grupos de abejas en busca de reservas ajenas o colmenas donde asentarse.

«Un informe reciente del Servicio Agrícola Ganadero en Concepción asegura que un par de apicultores, con 40 cajones cada uno, se quedó con solo cuatro y catorce colmenas, respectivamente, por el pillaje», cuenta. Esto no se puede controlar.

Ahora, si a ello se suma que el clima en Chile se está volviendo más cálido, las condiciones se volverán más extremas aún y las abejas tendrán que migrar hacia el sur.

Todos los expertos coinciden en que el problema es multifactorial, pero que es muy difícil determinar qué tanto afecta cada uno. Incluso, Gabriel León hipotetiza que este fenómeno podría ser cíclico y desaparecer tan rápido como apareció. «Como pasa con los brotes de ébola en el hombre, que produce muertes por un período y luego dejan de haber casos».

Aunque todos los científicos piensan que es muy difícil que las abejas que producen miel desaparezcan, habrá que adaptarse a su disminución. En Estados Unidos ya se ha visto afectada la producción de almendras por la disminución en la polinización, por lo que se están buscando otros polinizadores.

Patricia Aldea opina que aún no estamos preparados para enfrentar esto y que se deben tomar medidas drásticas. «Se tendrán que cambiar los agroquímicos para que disminuyan el período que están en el agua, habrá que racionalizar el uso de recursos alimenticios o utilizar mapas satelitales para detectar zonas de floración que hoy se pierden y así poder llevar las abejas ahí», dice.

En cuanto a los ecosistemas, dice Gabriel León, es muy difícil estimar qué tanto se verán afectados por una disminución aún mayor de este insecto. «Muchas especies desaparecen, pero en el caso de la abeja, que tiene un rol muy específico, es muy difícil estimar a priori, desde un punto de vista ecológico, cuál sería el efecto o si otro insecto podría ocupar ese nicho vacío».

A fines del año pasado se creó una comisión bajo el alero del Ministerio de Agricultura para estudiar y generar medidas de mitigación frente a la mortandad de abejas en Chile.

«Debido al cambio climático, para muchos apicultores se ha vuelto más conveniente arrendar sus colmenas para fertilizar en otras zonas que producir miel».

Luis Cerda, Entomólogo forestal, Facultad de Ciencias Forestales, Universidad de Concepción

No serían las únicas afectadas. Si bien tampoco hay certezas, varias investigaciones en Europa estarían apuntando a que la muerte de las abejas melíferas no sería el único problema; las abejas nativas también estarían afectadas.

El entomólogo José Montalva cuenta que cuando se habla de abejas, la gente instantáneamente piensa en las que producen miel, pero hay 20 mil especies de abejas registradas en el mundo. «En el caso de Chile, se conocen 430, y se cree que podrían haber otras 400 sin describir», dice. Y muchas de ellas solo se encuentran en nuestro territorio. «Como las abejas de miel tienen una importancia comercial se han centrado todos los estudios en ellas, pero las nativas también son importantes. Incluso varias de ellas podrían ser mejores polinizadoras», cuenta. Tanto nativas como mieleras pueden competir por alimento, por lo que no cuidar a las primeras podría derivar en su desaparición, termina.

 

Por: Lorena Guzmán H
Fuente: Vida Actual de El Mercurio