Posturas ancestrales para la vida moderna

Belinda Gore lleva 29 años de trabajo e investigación con un sistema de fusión intencionada de estados de conciencia. El Método Cuyamungue dejó reverberando en su paso por Chile a quienes participaron en sus talleres. Heidi Schmidlin.  
 Belinda Gore es discípula de Felicitas Goodman, famosa antropóloga especialista en religiones e investigadora del mundo paleolítico superior, quien descubrió cómo ciertas posturas rituales específicas impactan el cerebro a través del efecto de la tensión muscular que activa la producción y liberación de neurotransmisores, muchas de ellas con potencial de curación y de viajes extáticos.

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«Por sus estudios del fenómeno de la glosolalia (‘hablar en lenguas’) entre los creyentes Carismáticos que entraban en trances, Felicitas observó el rol de las posturas corporales y descubrió que la manifestación del habla no era un lenguaje sino una vocalización, un corpus de sonidos.

Al contrastar estos hallazgos con figuras en trance de la época prehistórica y de culturas indígenas actuales, confirmó que había un patrón en las actitudes de un cuerpo en estado de trance.

Decidió experimentar el fenómeno a la inversa: si se asumía la misma postura corporal, agregando vibraciones sonoras y la disposición de conectar con el espíritu, ¿podía una persona conectar con el mismo estado? Apoyada por sus alumnos de la Universidad de Ohio, Felicitas comprobó que efectivamente se puede alcanzar el mismo estado ampliado de conciencia adoptando las posturas indicadas en las estatuillas y obras de arte de la antigüedad, sin importar el sistema de creencias o la religión del individuo. Así nació el Método Cuyamungue», relata Gore.

                                                       

               

La Venus de Laussel

 «Muchos especialistas han descubierto por distintas vías que el uso de posturas rituales es una práctica antigua y sagrada que aporta al bien vivir y al bien morir, y nuestro esfuerzo ha sido el redescubrir su funcionalidad a través de la búsqueda científica. Las posturas que observamos provienen del arte rupestre y de culturas indígenas desde lugares inconexos del planeta, pero todos presentan patrones y actitudes similares. La más antigua data de 36 mil años a.C.; se encontró en el río Danubio y es una placa pequeña de color verde con una figura femenina en postura ritual. La más conocida es la Venus de Laussel, descubierta en la cueva de Chauvet, Francia, que describe con bastante precisión aspectos de la vida humana del periodo paleolítico superior», puntualiza la investigadora.

A los artefactos paleolíticos se suman registros empíricos que Belinda sondea ya por ocho años en talleres con personas de distintas religiones, edades, géneros, pero todos con los mismos resultados: la capacidad de pasar de una conciencia ordinaria a una experiencia espiritual del mundo.

Belinda identifica cuatro requisitos previos para contactar con éxito la memoria sutil y «permitir que la mente transite desde el cerebro racional al campo morfogénico», como lo describe el biólogo Rupert Sheldrake, autor de la teoría de los campos mórficos de resonancia, y uno de los referentes de Felicitas Goodman.

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«El primero es llegar con mente abierta y disposición espiritual para evitar el bloqueo de la experiencia. El segundo es crear un espacio sagrado que ofrezca una estructura apropiada e intencione el ánimo hacia un foco incorpóreo, lo que evitará que la mente tome el control y no permita una inmersión a la conciencia expandida. El tercero es preparar la postura con una respiración guiada que detendrá la mente racional y el diálogo interno. Finalmente, con la ayuda de una sonaja o un tambor, se reproduce un sonido con una vibración auditiva que ayudará al sistema nervioso en la reorganización de los neurotransmisores hacia una percepción de la realidad no racional. El sonido de la sonaja o tambor sincroniza también la experiencia individual hacia un solo ‘tempo’ para alinear un campo energético unificado. La postura se debe mantener durante quince minutos».

El Método Cuyamungue identifica 39 posturas habituales, pero existen muchas más: «El Jaguar de Tattooed, que data de México, alrededor de 1400 a.C., que es usado como conexión al espíritu animal de una persona; el Diviner de Tennessee, que data de Europa alrededor del año 700 d.C., que adopta una postura con fines adivinatorios y promueve el contacto con un espíritu consejero. Nuestros antepasados tenían acceso a un vasto conocimiento del que solo podemos descubrir una parte, pero su práctica nos lleva a experiencias y conocimientos de otros reinos», dice Belinda Gore quien concluye que este camino hacia la vivencia de experiencias extáticas profundas es una necesidad sentida en la actualidad, pero habitualmente se logra a través de drogas, alcohol o la capacidad de tener y sentirse importante. «Este es un camino más directo al éxtasis; no es el único, pero tiene sentido y es una herencia de nuestros antepasados».

Articulo de El Mercurio por Heidi Schmidlin