Sonia Lindemann

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Sus acuarelas son el reflejo de su personalidad. Se sobrepone y, a pesar de los obstáculos, le dobla la muñeca al destino para seguir creando obras colmadas de colores y vida, imaginando las flores más fastuosas y llamativas donde se entrega vida en cada trazo de su pincel.

La acuarela es un desafío constante. Sin poder corregir nada, cada movimiento del pincel se queda exactamente tal cual, sincero. Con colores suaves, algunos más fuertes, pero siempre reflejando los colores del alma, Sonia es capaz de traspasar sentimientos que maneja perfectamente con su exquisita paleta de colores. “Para lograr la luz, tienes que reservar el blanco del papel, si lo perdiste, no puedes volver atrás”, explica mientras muestra sus obras. La acuarela siempre fue un desafío importante para ella.

Nacida en Puerto Montt, nunca se acostumbró a un sur lluvioso, un poco gris, es por eso que tomó la decisión de reflejar alegría, vida y color en sus acuarelas. Su familia siempre fue muy artística, su padre pintaba, sus jardines en la infancia siempre fueron perfectamente decorados mezclando los colores de las flores y se deleitaba con la música de algunos integrantes de su familia. “Eso es parte de lo que uno trae”, dice Sonia al referirse a su veta artística.

Cada vez ha soltado más el pincel, o como ella misma lo describe se ha atrevido a más. “Le he perdido absolutamente el miedo a lo que salga”, explica. Es así como todas sus experiencias, su tiempo alejada de la pintura a raíz de su problema a la muñeca y su insuperable ímpetu y constancia, hacen que sin perder la esencia de sus obras ahora sean más maduras, sólidas y con gran peso artístico. Muy exigente consigo misma, siempre se está perfeccionando y, a pesar de los obstáculos ha podido sobreponerse a todos ellos.

La acuarela se puede trabajar en seco, en húmedo, y húmedo-seco. Ella utiliza todas. Comenzó con realismo, tratando de ceñirse a fotografías que miraba detenidamente para poder captar cada detalle. Ahora, es capaz de salir de la realidad para reflejar su propio pensamiento. “En el camino van saliendo las cosas mucho más interesantes”, dice. La interacción de los colores de la acuarela, la apasionan, ya que nunca se sabe qué color aparecerá. Le gusta la sorpresa, verse sorprendida y especialmente capturada por lo que ella hace y ama hacer. “Siempre el color va a ser diferente en la acuarela, porque nunca una misma mezcla va a dar el mismo resultado”, explica.

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Fuente: Arte al Limite